Entrada escrita el 23 de febrero del 2014, recuperada de un antiguo blog.
Dicen que la luna no ha salido a pasear,
que mis ojos no se cierran esta noche.
Dicen que mi corazón se encuentra repleto de alegría,
que al final a liberado aquello que escondía.
Ha dejado de importarme el concepto que tengan de mí,
he dejado de alterarme por aquello que preocupa.
He dejado ya de lado el disimulo por sentir,
he dejado el alma abierta dejándola fluir.
No puedo creer que ya se haya terminado,
no puedo creer de que forma ha llegado.
No puedo creer esta interna libertad,
que mi mente ya pasee, que camine en soledad.
Yo he decidido no estancarme en el pasado,
he aceptado dejar lo malo a un lado.
Yo ya he decidido correr hasta cansarme,
correr de tal manera que ya nada pueda atarme.
Saltar. Bailar. Vivir. Reír.
Rondar mi mundo interior, llenarlo de amor y color.
¿Que cuál es mi sueño actual?
Viajar, volar y bailar.
Sentir las flores brillar,
poder ir en góndola y poder navegar.
En París conocer cómo amar,
saber perder y aprender a ganar.
En Londres conocer el Big Beng,
mis amigos estén o no estén.
Recorrer el mundo y descubrir un poco más,
gastronomía, valores, culturas y demás.
De qué manera aumentan mis ganas de conocer,
cambiar de aires,
algo distinto que poder tener.
Con qué intensidad se me altera la sangre,
de un tiempo que pasa y me abrasa,
de ocupar espacios y de querer volver a casa.
Como la dulzura recorre mis venas,
volver a tu hogar como de ellas las colmenas.
Entrecortado noto mi aliento,
de saber que vuelvo y ya no me miento.
Ahora el paisaje reluce con ganas,
ahora agradezco la luz de las mañanas.
Ya falta poco, mi corazón se acelera,
todo es conocido, mi gente ya me espera.
Uno, dos, tres, los años han pasado,
mi suerte ha cambiado.
Ahora soy diferente,
lo malo se ha ocultado.
Como no, esperaba este momento de un segundo a otro,
qué gran encuentro.
Una pena cuando pensaba en lo que había sucedido,
ya que mi corazón sabia que quedaba en el olvido.
Los dos nos abrazamos después de tanto tiempo,
de nuevo la ternura volvió y entró en mi interior.
Al sentir que el fuego no se había ido,
que en mi cama dormía,
que mi corazón no estaba herido.
Los dos hablamos hasta horas infinitas,
contándole mis penas y también mis alegrías.
Se le veía emocionado,
de el amor que yo en él había causado.
Como cuando amaneció, como al ver atardecer.
Como cuando yo sabía, que acabaría volviéndole a ver.
Qué ilusión me hacía no haber podido olvidar,
su cara, su cuerpo y sus manos, su forma de mirar.
De nuevo acabó todo, de una manera diferente.
De una forma entrañable, dolorosa y lamentable.
Cazadores de siluetas de ciudades ya desiertas,
callejones sin salida que soportan la lluvia caer.
Individuos caminantes que regalan su maleza,
que convierten lo bonito en un simple borrón.
Que retocan y maquillan un mundo ya perfecto,
que retuercen lo real con un simple color.
Ay qué maravilla el intercambio de palabras.
Ay qué sin sentido muestra ya por mí.
Ay qué dulce esencia que perfuma mi poema.
Y bendita compañía la que yo puedo tener.
Una tortura mía, un golpe helado.
Una llama fría, algo delicado.
He experimentado que todo esfuerzo, merece la pena.
Y, que todo lo aprendido, merece recompensa.
Puedes llorar sangre o una lágrima cristalina,
pero sin empeño eres tú quién me ilumina.
Corre hasta la meta,
no decaigas a la fuerza.
Vuelve a remontar,
vuelve a sentir la magia regresar.