Ahora vamos a ver la puesta de sol,
desde otra perspectiva.
Como si el día nunca se fuera a acabar,
y la noche nunca llegara a encenderse.
Donde los sueños jamás dejan de brillar,
y mucho menos se les ocurre esconderse.
Ya bastante tienen los miedos atrapados tras el muro,
cantando a lo invisible,
olvidándose en lo oscuro.
Que entre tanto borrón y cuenta nueva,
nos ha faltado observar el panorama.
Es por ello queridos lectores,
que aquí vuela un alma, finalmente liberada.
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