Buscar este blog

domingo, 19 de diciembre de 2021

Luces y caminos

La ciudad todavía dormía. Aurora se levantó en los silencios de la noche y mientras una penumbra acechaba en la oscuridad, una luz despampanante atravesaba las paredes de su frío y herido caparazón. Quería huir, pero se sentía atrapada, quería gritar, pero no tenía voz. Los círculos rojos, la mirada perdida, los recuerdos empañados y el alma vendida. Los perdones a medianoche, los intentos por no querer ser, los te quiero mancillados y el miedo a perder. “No eres de quien te humilla, te apaga y te maneja”, “No eres de nadie, porque lo eres todo de ti misma”, “Eres fuerte, libre y poderosa”, “No dejes que te hagan daño, pide ayuda y sálvate”. Escuchaba Aurora entre palabras de amor difuminadas, mentiras disfrazadas y opiniones de desconocidos y gente por conocer.

La noche todavía permanecía sombría. Arturo, en un mundo paralelo, recorría velozmente las calles solitarias y los caminos perdidos. Su mente bailaba con su lado más malvado, su corazón lo acompañaba por el camino del bien, su cuerpo luchaba contra las sombras más temidas, y su espíritu sollozaba en su interior también. Nunca había actuado con violencia, nunca había tocado a una mujer, no obstante, deseara hacerlo, deseara caer. “No pagues con ellas tus problemas y tu desesperación”, “No maltrates, violes y mates, ni te creas superior”, “Gestiona tus emociones y controla tus actuaciones”, “Eres compañero, no enemigo”, “No hagas daño, pide ayuda y sálvate”. Escuchaba Arturo entre palabras de amor manipuladas y lujuria mezclada con imaginarias patadas. 

Finalmente, en medio del caos, Aurora siguió la luz y rodeada de abrazos y corazones morados se despertó.

Arturo, antes de obedecer su mente y dejarse llevar, pidió ayuda y recordó que cuando uno está roto jamás tiene el derecho de romper. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario