Nos gusta tener miedo para así sentirnos seguros, tranquilos, útiles y menos culpables.
Nos acercamos a él pidiéndole un favor, rogándole que nos acompañe, que no nos suelte, que no nos deje caer.
Le reclamamos atención y que nos ayude a cortar nuestras alas. Nos impedimos volar, sentir, arriesgar.
Consciente e inconscientemente queremos tenerle presente, queremos justificar el motivo de ser cobardes o el gusto de sufrir tomando decisiones justas o no.
Porque así es el miedo, un sentimiento creado por la humanidad que nos impide vivir en paz, que nos impide vivir felices.
Qué pena que ese monstruo llamado miedo, solo seamos nosotros mismos tratando de ser quiénes no somos, de tener lo que no queremos, observando el despegue y la caída sin participar en ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario