Ese pequeño e insignificante instante el que has sentido que las nieblas desaparecían por completo y que no había nada más que nublara tu vista y el color de tu sentimiento, que te daba igual cuanto fuera dos más tres, o que en vez de caer gotas de lluvia cayeran piedras de granizo.
Cuando te das cuenta que simplemente ha sido un pequeño instante de sentir la magia plenamente en ti, un pequeño instante de miles de años que en ese lugar quedan recordados, en una página ya no escrita en blanco, pero que no tiene que estar más escrita en otro color.
Cuando sientes que las cosas no deberían haber cambiado por nada y que por ese motivo no deberían cambiar. Cierra los ojos y disfruta, fluye con la distancia entre tu cuerpo, la brisa y el mar.
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